Aquí ya entramos
en el tópico medular:
aquí
tratamos del fundamento de la Devoción
de Jesús, María y José;
aquí tratamos de La Historia
(incluyendo
mucho de lo que como conceptualización
es deducible de ella),
de La Oración,
y de La Doctrina.
LA HISTORIA
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De
la parte histórica es mucho lo
que hay que tratar, tanto que es más
lo que ignoramos que lo que sabemos; pero,
lo que sabemos deja ver la esencia pura
del interés de La Divinidad, lo
que sabemos nos permite comprender qué
quiere Dios.
Aquí hemos recopilado,
de manera fehaciente, lo que humanamente
ha sido posible fehacientemente recopilar;
muchas personas sabrán muchas cosas
más, por eso aquí se les
espera para que aporten sus conocimientos.
Para nosotros los humanos
es muy importante la historia, porque
es lo que permite dar forma a nuestros
hechos; en otras palabras: conocer para
entender y aplicar en consecuencia. Lo
que podemos ofrecer está bastante
sustanciado; ciertamente hay muchas lagunas
en el tratado histórico (puntos
oscuros que, siendo ignaros al respecto,
no podíamos ni debíamos
"aclararlos" con inventos ni
suposiciones), no obstante las lagunas
tenemos La Historia. Ya la gente que guarda
La Historia completa se nos ha ido; así
las cosas, no es difícil darse
cuenta de que de las tumbas no puede ser
posible sacar historia alguna: en las
tumbas van quedando las historias siendo
dejando de ser. Es posible que quede alguien
con datos históricos fidedignos
que quiera aportarlos; ¡permita
Dios que así sea!. La Historia
de Jesús, María y José
(desde que ellos vinieron al mundo por
primera vez, hasta hoy en día cuando
ya han venido por segunda) no nos ha quedado
completa; eso es importante recordarlo,
para tener buena perspectiva cuando se
nos presenten interrogantes. Nuestro conocimiento
Histórico-Divino es escueto, a
juzgar por la multiplicidad de acontecimientos
Sagrados y de gran importancia que por
diversas razones no quedaron registrados,
o tales registros no han llegado hasta
nosotros (y, muchos de los registros con
los cuales contamos, nos han llegado plagados
de incongruencias que sólo han
generado más dudas de las que sin
ellos pudieramos haber tenido).
En el año 1.878
(era cristiana) se inicia una segunda
fase en la historia de Jesús, María
y José; posteriormente, cuando
apenas comenzaba el segundo tercio del
siglo XX, así quedaría evidenciado.
Algo importante hay que decir acerca de
los datos que poseemos sobre esta segunda
fase de la historia de Jesús, María
y José: aunque no los poseemos
en su totalidad, los que poseemos (el
escribiente y autor de este sitio web)
gozan de sólido soporte y son los
que conforman únicamente la totalidad
histórica (en la cual es Dolores
Rengifo de Ramírez la máxima
protagonista) en el libro que es presentado
aquí. "Jesús, María
y José: Dios en el mundo por segunda
vez" es ese libro. (Muchos otros
datos, aunque parezcan hermosos, por incertitud
no pudieron ser integrados al citado libro;
otros muchos no ha sido posible obtenerlos
dada la imposibilidad de abordar las fuentes:
por extintas, la gran mayoría;
por imprecisas, varias; por herméticas,
algunas más). Han pasado muchos
años invertidos en investigaciones,
en comprobaciones, para poder sustentar
este trabajo; si bien es cierto que no
todo posee sustento físico, sí
posee el respaldo moral del escribiente
(eso lo da el hecho de haber tenido contacto
directo con las fuentes). El firme propósito
aquí es mostrar las cosas como
fueron, como han sido y como son; eso
con pruebas para mostrar (y para solicitar
también, llegado el caso), tomando
en cuenta que hay muchos a quienes no
les gusta las cosas claras.
El trabajo está
contenido en "Jesús, María
y Jose: Dios en el mundo por segunda vez"
(un libro gratuito, en formato electrónico
o físico llegado el caso, cuya
autoría es del escribiente de estas
líneas).
"Jesús,
María y José: Dios en el
mundo por segunda vez" muestra el
íntegro vínculo entre La
Sacra Familia de Belén y Dolores
Rengifo de Ramírez; muestra fehacientemente
qué le vuelve a señalar
Dios a la humanidad por ésta haberlo
olvidado; muestra, terriblemente quizá,
la innumerabilidad de vías que
pueden ser tomadas por la esencia individual
y colectiva del hombre en su constante
búsqueda, sea buena o mala. El
libro muestra, después del tratado
histórico, que Dios tiene mucha
gente trabajándole en el mundo
y recuenta cómo; muestra el camino,
el único entre todos los caminos,
que conduce hasta La Santísima
Trinidad. ¡Disfrútenlo!.
LA ORACIÓN
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Hablemos
aquí de las Oraciones de Jesús,
María y José: del conjunto
de Oraciones a invocar a La Santísima
Trinidad (siguiendo su propio dictamen).
Lo primero que hay que
decir, respecto a las Oraciones, es que
tenemos un dictamen de rezar todos los
días a las cinco de la mañana;
es dictamen de Jesús, María
y José (ya sabemos por qué
y para qué; pero no está
de más volver a decirlo).
Jesús, María
y José dejó establecido
hasta las Oraciones que quiere que le
recemos. Además de la Oración
más grande (las tres Ave María),
lo cual nos dijo claramente, existen otras
Oraciones de gran relevancia; con todas
ellas se conforma la Hora de Adoración.
La Hora de Adoración es un acto
profundo de Oración realizado ininterrumpidamente
durante una hora; Jesús, María
y José también nos dictaminó
realizar ese sublime acto. Además
de la Hora de Adoración completa,
podemos rezar El Rosario o El Trisagio
(mismos que también son parte de
la Hora de Adoración).
Rezar, en el sentido
de decir Oraciones a Dios, es conversar
con él; es alabarle y adorarle
en sentidos y palabras. Ciertamente, hay
personas que a su manera le hablan a Dios,
aunque no recen; pero no le comunican
adoración y alabanza genuinas.
Cuando le hablamos a Dios también
mediante la Oración, sentimos que,
de alguna manera, nuestra conciencia se
vuelve activa de verdad; así, ella
es el vehículo mediante el cual
Dios se comunica con nosotros, él
entra en ella para guiarnos y protegernos.
Las Oraciones, tales como, por citar algunas,
El Ave María, El Padre Nuestro,
El Credo, El Yo Pecador, La Salve, etc.,
poseen un contenido conceptual sorprendente;
pese a que no lo entendamos, nos bañan
con la bondad de Dios cada vez que las
pronunciamos con nuestros labios o con
nuestra mente (más aún si
ponemos en práctica lo que en práctica
con ellas decimos poner), es por ello
que muchas personas carentes de mundana
erudición pero no de su oficio
de oración irradian la pureza que
absorven de las Oraciones. Tal vez, al
decir esto, no falte alguien a quien le
resulte odioso por demás; tal vez
quiera inquirir quién ha dicho
esas cosas, la respuesta no deja lugar
a esperas: simplemente lo dicen las mismas
Oraciones. Con transmitir lo que por obligación
se debe, no hay pecado de pedantería;
Dios no manda a que recemos obligados,
como todo, quiere que más bien
sea voluntario, es obligatorio que sea
de voluntad. Nos dice Jesús, María
y José que andemos de Oración
en Oración (o, lo que es lo mismo,
que recemos constantemente). Cuando pensemos
que rezar a Dios no es sino una monótona
repetición de contrasentidos, pensemos
también que necesitamos nutrientes
espirituales, pensemos que también
es monótona la ingesta diaria de
comida (pero... ¿qué nos
pasaría si no comiéramos
a diario?; feneceríamos, tal como
espiritualmente fenecidas hay algunas
personas ya). La Oración es un
nutriente complementario para nuestras
almas, sin duda, la oración permite
a nuestro ser poder tomar otros alimentos
con mayor facilidad: el amor; la paciencia;
la humildad; la comprensión...
Cuando se nos presenta la duda, lo mejor
es compenetrarse con la Oración:
analizarla; meditar; intentar entenderla
y lograrlo. El propósito tiene
que ser que, al entender la oración,
le digamos a Dios lo que dice la Oración
y no sólo la Oración; en
otras palabras: la idea es, saber qué
dice la oración y expresárselo
a Dios, no decirle la Oración sin
saber qué estamos expresándole
con ella (dado que quizá por insentida
entonces tal vez él no la reciba).
Es impresionante ver cómo la gente
inculta de mundo (ya escasa por cierto)
tiene capacidad innata para entender las
Oraciones. Quienes no tenemos el privilegio
de esas personas, podemos poner nuestra
voluntad en acción en procura de
entender las Oraciones.
Cada vez que tengamos
angustia, o preocupación, o disgusto,
o tristeza, o cualquier sentimiento que
percibamos no bueno, recemos; recemos
a Jesús, María y José;
pidámosle a Dios; conversemos con
Dios mediante las claras palabras de la
Oración. Empleemos la Oración
cual un poderoso recurso generador de
bienestar para la humanidad (bienestar
espiritual antes que todo). La humanidad
clama por sanidad espiritual; mientras
eso no sea así, tampoco podrá
haber bienestar material real.
Es
de gran satisfacción invitarle
a rezar a las cinco de la mañana;
a oficiar la Hora de Adoración;
a orar con frecuencia: por la petición
que manda Jesús, María y
José; por todo lo que usted juzgue
necesario pedir; por todas las necesidades,
por todos los problemas y malestares que
le aquejen a usted y/o a los suyos. Si
no siente voluntad de hacerlo, no lo haga;
en cualquier caso reciba usted la bendición
de Jesús, María y José.
LA DOCTRINA
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¿Qué
puede decirse?. Hablar de la Doctrina
de Jesús, María y José
(además de una dicha inmerecida)
es sin duda una concesión Divina.
¿Qué pasaría si
nosotros pudiéramos oír,
con nuestros propios oídos, las
palabras de Dios?; es bienaventuranzas
lo que posee quien pueda dar fiel respuesta,
el escribiente no la tiene ni remotamente.
Como no ha sido posible, que Dios nos
hable directamente y que nosotros lo oigamos,
él ha empleado diversos recursos
para poder comunicar sus mensajes generación
tras generación; que la raza humana
lea y escriba es uno de esos recursos.
Sí, ¿cómo negarlo?,
es muchísimo lo que el hombre ha
escrito acerca de Dios: la historia; las
revelaciones; las presentaciones; las
enseñanzas; miles de análisis
de todo tipo (por no caer en la aventura
de hablar de millones); complejas ciencias
teológicas; grandes tratados, de
corte monoteístas unos, politeístas
otros; y... mejor paremos de enumerar.
Con prestarle atención sólo
a eso no puede menos que manar una respuesta:
¡...claro que Dios sí existe!,
y, nadie lo puede evitar, aun con "sustentadas"
negativas. Creer o no creer sólo
marca el nivel de percepción de
cada quien. Dios se ha comunicado, directamente,
con muchas personas, no cabe duda (de
ello ha quedado constancia); incluso es
posible que haya habido comunicaciones
Divinas directas quedadas en absoluto
silencio.
Lo sucedido con Dolores Rengifo de Ramírez
fue una comunicación Divina directa,
precisamente; pero ella no es otra persona
que recibe comunicaciones de Dios, no.
Dolores Rengifo de Ramírez ha sido
contactada por Dios de manera diferente:
Dios ha clarificado su identidad frente
al mundo mediante ella; Dios no se ha
comunicado con ella como Cristo, ni como
la Virgen en una u otra advocación
específica, ni como El Espíritu
Santo, ni como San José, no, no.
Resulta que El Espíritu Santo (Dios),
Trino y Uno inmerso en sus Tres Personas
(Jesús,María y José),
se nos transmitió en Dolores Rengifo
de Ramírez (manifiestamente lo
hizo durante casi veinticuatro años);
fue así, en parciales de ese tiempo,
como le suministró a Dolores Las
Sagradas y Claras Doctrinas que ordenó
diseminar por todo el mundo. Las Doctrinas
de Jesús, María y José
son Palabras directas de y desde La Santísima
Trinidad; son conversaciones claras de
Dios con nosotros; en ellas hay muchas
de las exposiciones y demostraciones Divinas
que, muchos de sus fieles de la humanidad,
aún están esperando. Estas
Sagradas conversaciones (Las Doctrinas
de Jesús, María y José)
son el saber y el dictamen Divinos transmitidos
mediante Dolores y contenidos en escritura;
son el producto de la ya consumada segunda
venida de Dios, no como Cristo con forma
de hombre sino completo, en Espíritu
tal de verdad lo anunció.
Es motivador de alegría suma poder
invitar a leer las Sagradas Doctrinas
de Jesús, María y José;
siempre en el deseo de que quienes las
lean disfruten su lectura y acaten sus
preceptos. Usted, que ha entrado a este
sitio, siéntase con la invitación
a leer y a analizar las Doctrinas; si
no siente voluntad de hacerlo, no lo haga;
en cualquier caso reciba usted la bendición
de Jesús, María y José.